La No Violencia
Articulo de una revista LUMEN DE LUMINE del año 1972
Los que se empeñan en ser no-violentos, están en el fondo de la cuestión humana.
Han llegado a esa actitud por una convicción integral, lograda en todos los planos del Entendimiento.
Sabemos que la violencia esta desatada y que ha cautivado el corazón y la mente de mucha gente que tarde o temprano le pagara tributo, porque la violencia tiene su ley.
Pero cuando la violencia haya causado estragos nacerá la necesidad apremiante de la Paz. Y allí estarán los pacíficos para trabajar por ella, la Paz no puede ser fundada por los violentos.
Es mucho más difícil trabajar por la Paz que estimular la violencia. Para ser pacifico hay que educar la voluntad y dominar las tendencias indóciles de nuestra naturaleza; para ser violento alcanza con dejarse influir y permitir que lo arrastre la corriente de moda.
No obstante el pacifismo es una cosa y el ser pacifico otra. El pacifista y el pacifismo generalmente se manejan en el plano de las manifestaciones verbales y se esterilizan en el vocerío internacional. No hay modo de expresar a trabes del pacifismo un estado de conciencia que al individuo le ha costado incorporar a su conducta.
El pacifista es un hombre que se aferra a la idea de paz entre las comunidades de la tierra, y se ha declarado enemigo de la guerra. Parecería que sin guerra no hay pacifismo.
El no–violento es un hombre que ha dejado de sentir la violencia como estimulo, y ha subyugado su naturaleza para ponerla al servicio de la armonía y de la justicia en la convivencia.
El pacifismo es intelectual; la no-violencia es vital, una persona puede proclamarse pacifista y dedicarse al pacifismo y sin embargo, no ser pacifico.
El no violento realiza esta actitud interior en el seno de su familia, con sus vecinos, con sus opositores, con los animales, con las plantas, todos los días, a toda hora, con su mente, con su corazón, con sus actos.
Así transforma al mundo.