Vampiros De La Esperanza

Entiendo. Comprendo. El título es un poco extraño. Pero…Existen, aunque no creamos, existen. Son la mayoría de las veces, sutiles. Otras no tanto. Pueden actuar en forma intermitente o constantemente persistentes. Debemos estar precavidos, despiertos. Sobre todo aquellos genuinos interesados en recorrer un camino no tan frecuentemente transitado, aunque muy antiguo. El camino del espíritu, del auto perfeccionamiento, y su consecuencia la actitud de servicio, en cualquiera y en todas las formas posibles.

Relatamos  brevemente un pequeño cuento, una anécdota más bien. Un día de los tantos, en   una gran ciudad, un no vidente tanteando la calzada con su consabido bastón blanco, habiendo cruzado una  difícil avenida,  auxiliado por un voluntario que lo dejó en la vereda, escuchó una voz de un individuo que pedía limosna. El ciego se acercó lentamente y dejó su ayuda al desheredado. ¡Qué mensaje! Para las atónitas personas que pasaban por el lugar. 

No se necesitan ojos para sentir el frío despiadado de la necesidad y la angustia del prójimo ni el calor de la propia sensibilidad (si se la tiene). No era pues una simple limosna lo que el ciego daba, era un auténtico gesto de genuina caridad de trasmitir simbólicamente un mensaje,     

Porque hay otro plano de ceguera, se tiene corazón pero no vibra acorde a la realidad angustiante de nuestros prójimos y de la sociedad que nos rodea, se tiene razón pero no se piensa con libertad y sin prejuicios, s se tiene piernas pero se dan pasos torpes cegada la conciencia de la existencia de un camino posible superior y más trascendente para el ser humano.  

Una generación se va y otra viene; las nuevas generaciones evidentemente proceden de las anteriores, y las heredan en lo biológico, en lo científico, en lo cotidiano, en lo malo y en lo bueno. Y sobre esta herencia se proyecta el futuro.

Pero ¿qué mundo deje la generación que se va ante el nuevo siglo que se inició?. 

Uno no demasiado agradable: inarmónico y conflictivo. Una época de violencia, guerra y terrorismo, delincuencia, alcoholismo, drogadicción, miseria , hambre a una mayoría de la población del planeta, deterioro del medio ambiente, mal uso de los recursos naturales no renovables, etc. etc.  

Los recursos modernos disponibles de la ciencia y la técnica hubiesen podido brindar a los que  llegan, una situación  diferente si se hubiese empleado y se emplearían con una mejor visión,  más desinterés y menos mediocridad.      

Hubo demasiado egoísmo, olvido y trasgresión delos valores humanos para que las formas  sociales y las estructuras morales pudiesen acompañar los progresos que la humanidad alcanzó en otros órdenes. Pérdida de valores, vaciamiento del contenido de otros, aceptación de otros en lo cotidiano como normales. Sin embargo siguen vigentes valores como la amistad, la familia, la honestidad, la justicia, la sed de libertad. etc.    

Si seguimos repitiendo lo negativo (minimizando lo que sí se puede considerar positivo como   por ejemplo: la solidaridad ante catástrofes), si seguimos observando y/o participando de las luchas por el poder, escuchando las dialécticas de los políticos, la prensa obsecuente, la prensa “amarilla”, etc. etc. no es extraño que el desengaño, la frustración, la angustia, la ansiedad y la desesperanza puedan apoderarse. Los vampiros de la Esperanza actúan, dicen nada cambia,     la muchedumbre silenciosa continúa el transcurrir de su vida sin vislumbrar o intentar un futuro mejor.  

Inconscientemente han hipotecado la Esperanza.    

Comúnmente se utiliza el término de hipoteca para expresar el compromiso gravado sobre un  bien inmueble, que es puesto en garantía por la recepción de un determinado valor.  

Alegóricamente podemos extender su significado para expresar que hemos dejado (consciente o inconscientemente), quizás transitoriamente, algo considerado valioso (como la Esperanza) para recibir a cambio otro valor. En ambos casos el riesgo es quedarnos con el sustituto si no restituimos la situación inicial.

Dejemos la sensación de impotencia, de frustración, de que nada puede modificarse ni cambiar, No traslademos ilusoriamente a otros nuestra responsabilidad de lograr un cambio. Deshipotequemos la Esperanza. Enfrentemos con valor y decisión los vampiros de la Esperanza.

Algunos idealistas, con vocación, se lanzan a una lucha desigual combatiendo los efectos, son “apaleados” y se desilusionan. Otros se encierran en torres de marfil y se entretienen en una dialéctica intelectual.      

Hay que ser sensatos. Para sostener una lucha con alguna probabilidad de éxito (aunque sea en forma progresiva pero sustentable) es necesario de disponer de energía y fuerza suficiente  superiores o por lo menos equivalentes. 

Y ello es posible actuando desde otro plano. Desde el plano de las causas, del arquetípico  mundo de las ideas de Platón o del inconsciente colectivo de Jung.

Proponía Descartes: “Haciendo que los últimos comiencen allí donde los antecesores dejaron, y juntando así las vidas y los trabajos de tantos, llegaremos todos juntos, mucho más lejos de lo que cada uno individualmente hubiese podido alcanzar”. Esto lo decía en el plano de lo filosófico. En forma alegórica  también lo podemos utilizar desde le punto de vista espiritual. Hay una ancestral Ciencia del Alma, con su teoría y sobre todo con su práctica, que se debe recuperar acondicionándola a nuestra civilización actual generando nuestra propia cultura. 

No dejemos que los Vampiros de la Esperanza actúen y nos birlen la oportunidad.