La Montaña
Articulo tomado de una vieja edición de Lumen de Lumine, numero IX. En su momento sirvió para que algunos amigos del aquel entonces, tuvieran una respuesta al enigma de la “montaña”.
Sí. Hay una montaña situada en el “centro de la tierra”. Es una “eminencia” que esta en el centro de TODO, y representa esa intima unión de la que tantas veces hemos hablado: ese “punto central” en el todo esta misteriosamente unido, y desde el cual no es posible “errar”.
Es grande y pequeño a la vez porque carece de dimensiones, y porque en ella el microcosmos y el macrocosmos son UNO ( es decir: allí el microcosmos comprende que el ES el macrocosmos). Esta montaña a la vez muy lejos y muy cerca porque se encuentra en el interior del propio corazón, en ese lugar intimo generalmente inaccesible excepto mediante el éxtasis del amor o la exaltación de la Fe, durante cuyos instantes el “yo” deja de existir momentáneamente.
¿ Quien duda que en lo intimo del corazón secreto ( cofre que es a la vez del pasado; y repositorio germinal de lo porvenir) hay escondidos inmensos tesoros que el mundo es incapaz de valorar? ¿ Quién dejara de comprender que la “ envidia del Diablo” ( es decir del “yo” separado del TODO) guarda el camino que lleva hacia esa intimidad llenándolo de crueles y sucias alimañas que envenenan el aire y paralizan la acción? ¿ Cómo dudarlo cuando se trata de una lucha a muerte entre su miserable y separada existencia y la de LA vida única y universal?
¡ OH! Pero ha llegado el momento en que puedan serle mostrados los secretos del alma y el Creador a quienes sean dignos, aunque de momento muy veladamente, porque los niños no han llegado aun a la madurez necesaria para comprender estos terribles secretos sin escándalo. Por ahora no les diremos sino como Moisés: “ Oye: el Señor es UNO SOLO”, Y les enseñaremos que Su Santo Nombre es Devenir ( EHIEH—soy seré), o les diremos como Juan: “ Dios es Amor”; o con Pablo predicaremos el panteísmo que hace inseparable a la criatura del Creador.
A esta sublime y elevada eminencia desde la que puede contemplarse el panorama conjunto de TODAS las dimensiones, iras cierta noche, cuando llegue una noche que será larga y oscura, porque las luces de las falsas estrellas de todos los ídolos habrán tenido que apagarse una a una antes de que te sea posible la manifestación de la única ( única y no múltiple) conciencia, trata de estar bien preparado para este momento mediante la meditación, para que ningún “diablo” pueda engañarte respecto al camino, ni asustarte con su grito que imita al coyote. Insiste en el camino una y otra vez, pero no le preguntes a hombre alguno acerca del mismo, porque no sabría responderte y te perderías.
Sigue solo a tu guía, el que habla desde el corazón, y no desde los prejuicios de tu cabeza, ni desde los miedos de tu animo. Él vendrá a ti aunque tu no los conocerás.
Pero si se lo permites, él guiara tus pasos y te conducirá a la Montaña a medianoche, es decir, durante esa misteriosa pausa que se produce cuando el sol de la vida esta en el nadir, y todas las cosas y voces exteriores quedan reducidas a la oscuridad y el silencio a fin de que no puedan, interrumpiéndote, burlar tu experiencia.
Esta experiencia ( la de la disolución del “yo”) no es, ciertamente para corazones pusilánimes. Es, pues, necesario que te armes de un valor resuelto y heroico a fin de que no tiembles y desmayes en el momento supremo, y asustado, intentes separarte de tu guía en cuyo caso serás destrozado por las pezuñas de las monstruosas bestias surgidas al mágico conjuro realizado. Sin embargo no es la espada ni ninguna otra arma corporal lo que podrá salvarte de la estampida de las vivencias inconscientes desatadas, sino la confianza con que seas capaz de invocar a Aquello; ni tampoco es un “Dios de los cielos” abstracto e impotente lo que puede ayudarte, sino aquel Dios que eres tu mismo, y que mora en lo profundo de tu propia naturaleza.
Cuando hayas descubierto la montaña: o mejor dicho cuando tu guía haya conseguido hacértela ver; entonces el primer “milagro” que sucedera será que soplara un viento vehemente que sacudirá y reducira a polvo la roca, y cuanto hasta ese momento pensasteis que era solido y seguro sé convertira en cenenizas y arena: Tambien te atacaran los leones, dragones y demas bestias de las regiones de lo inconciente, de las que hemos tenido ocasión de conversar, pero no temas y no vuelvas la espalda, porque tu guia sabe como conjurar todos esos peligros y no permitira ( si tu lo dejas hacer) que ningun mal te suceda.
En cuanto al tesoro, todavía no habrá sido descubierto ( es decir; que la destrucción de la personalidad y los idolos por el “viento”—o sea el pensamiento—no trae como consecuencia inmediata la posesion del Poder) pero ese momento se acerca:
Después del “viento” viene el terremoto que hace caer cuanto aun quedaba en pie; y todo quedara llano. En ese momento es necesario tener cuidado de no caer uno también, porque entonces todo estará perdido. Este es en verdad, el momento de mayor peligro, porque las potencias psicológicas de la Nada constituyen un terrible y atractivo abismo cuyo vértigo es preciso vencer.
Luego del terremoto vendrá un fuego que lo consumirá todo; “ menos el tesoro encantado”, que así se lo llama; pero aun no es posible verlo: Y enseguida sucederá una calma precursora de la aurora en que se te permitirá VER.