La Esperanza

El hombre contemporáneo es hoy imagen de la desolación, símbolo de un presente frustrante, embargado por sentimientos de impotencia ante la realidad que le impone el transcurrir de la vida. Sufre una continua tensión emocional por la presión de los acontecimientos locales y mundiales que se suceden vertiginosamente, por la presión de la violencia y la inseguridad, por las amenazas terroristas, etc.

La información de los hechos gracias al avance tecnológico de las comunicaciones hace que no puedan ser ignorados.-  
El hombre se siente mero espectador, esta sujeto a los sucesos que no dependen de él. No atina a descubrir cual será o podrá ser su intervención positiva en la elaboración de su futuro. No atisba ni intuye en qué puede colaborar en modificar las circunstancias que lo circunscriben, lo limitan, lo encadenan. Acosado cotidianamente por malas noticias, impactado por hechos negativos, inmerso en los problemas económicos que lo aquejan, se sumerge en un oculto estado de desesperación y angustia, muchas veces involuntario, que se manifiesta en su indiferencia y quietud monótona aceptando resignada  y obstinadamente su destino. Parecería que el ser humano no tuviera muchas opciones. Se puede resumir que la elección de cambio estaría entre una conducta violenta e irracional por una parte (como ya lo hemos vivido y vivimos actualmente), y por otra una racional conciliatoria, anticipadora, ordenadora y encauzadora. Y dicha elección compromete, querramos o no, seamos conscientes o no, a toda la especie humana.-                                   

También hoy como ayer, hay un numeroso grupo de seres que ansían la Luz, la Armonía, la Paz activa, la toma de Conciencia, la Justicia, la distribución más equitativa  de bienes, el respeto a la Dignidad del ser humano, la Comprensión, la Tolerancia, la Solidaridad, la Igualdad, la Libertad…                                                                        

Reiteramos (aunque en otros términos) que se observa que una gran masa de la humanidad sigue agitada por los vientos del momento (a veces tormentosos), sobreviviendo como especie, y constituyendo una gran mayoría se sienten sujetos (y están atados)a un profundo pesimismo, desánimo, frustación y aún hostilidad hacia la vida, que se manifiesta de las más diversas formas.-      

Pero existen humanos, pocos quizás cuantitativamente en proporción, pero a los cuales deberán sumarse cada vez más, que forjan y forjarán un mundo mejor, un futuro más promisor y una condición de vida mejor.-                                                                     

La Esperanza es un elemento decisivo para cualquier intento de efectuar cambios sociales, culturales, políticos o de cualquier índole, que nos lleva a una vivencia, conciencia y razón mejor.-

Todo en la naturaleza se desarrolla por ciclos. La Esperanza se mueve también en un ciclo que va de lo actual al olvido y de éste nuevamente a lo actual. Es necesario pués lograr el renacimiento colectivo de la Esperanza.-

En el ciclo solar anual tenemos solsticios y equinoccios, y las cuatro estaciones (verano, otoño, invierno y primavera).-  

Desde el fondo de los tiempos se festejó el solsticio de invierno. En nuestro,  hemisferio sur,  el 24 de Junio, coincidiendo con San Juan.

Esa fecha señala la noche más larga del año. Era propicia para tertulias alrededor de las tradicionales fogatas que en cada esquina se realizaban congregando a la gente. Noche de esperanza, profunda e inconsciente, pero segura en la espera de un nuevo amanecer, y  con él el renacimiento de la vida.-

Los fuegos que hoy se encienden no son precisamente de paz y alegría. No hay tiempo para tertulias comunitarias, ni encuentros de comunicación entre abuelos, padres hijos y nietos. Ante el avance de los sistemas de informática y de comunicación, la soledad es la paradoja.-

Solsticios y equinoccios marcan y son ciclos del año, Para el día es el mediodía y la medianoche, réplica de los anteriores. Aurora y ocaso, pausas de la naturaleza, cambios en la actividad. Madrugada y primavera, juventud para enfrentar la acción en la jornada; mediodía y verano: gozo de contemplar la obra en marcha, tiempo de colación y cosecha; otoño y atardecer: hora de acopio y molienda, de balance de logros y recogimiento que precede al invierno y por último el anochecer que en si contiene la esperanza de una realización por la esperanza que es un elemento intrínseco de la estructura de la vida, de la dinámica vital. Es una virtud, una poderosa fuerza anímica volitiva que no necesita punto de apoyo. Cuando la Esperanza desaparece, la vida fenece, de hecho o virtualmente.-

El tener Esperanza representa una particular forma de ser, una determinada modalidad. Es una interna predisposición permanente, un intenso estar listo para actuar.-

La Esperanza esta estrechamente vinculada a otro elemento vital del ser humano: la Fe.- 

Debemos clarificar y diferenciar la Fe y la Esperanza irracionales de las racionales. Las primeras son degradaciones, son transformaciones de las virtudes esenciales de las que hablamos, son simplemente ilusiones y creencias. La Esperanza se degrada en ilusión y la Fe en creencia. La Fe racional y consciente no es una forma endeble de creencia o de una aceptación de esto o aquello. Por el contrario la consideramos como una absoluta convicción de lo no aún no probado, del conocimiento de la existencia de una posibilidad real (posible, no probable).- 

Podemos decir que aquellos cuya Esperanza es débil, pugnan y aceptan la comodidad y la quietud o como contraparte la violencia. Mientras aquellos cuya Esperanza es fuerte y la fortalecen cada vez más positivamente, ven y forjan, imaginan y fomentan todos los signos de cambio hacia una nueva forma de vivir. Y ellos se hallan vigilantemente preparados en todo momento para ayudar al advenimiento de lo que se halla en condiciones de nacer, La fortaleza es la capacidad de resistir la tentación de comprometer la Esperanza  y la Fe transformándolas en un optimismo vacío e inútil, vacío que deja al hombre desolado, deprimido y escéptico.

Desde tiempo inmemorial los rituales simbólicos de las celebraciones de los ciclos existieron. Se trata de una solemnidad de la Luz, interpretadas de diversas formas: a veces como Luz solar, otras como Luz del entendimiento (o de la razón), otras como Luz del alma o de la conciencia  y aún como Luz divina. Pero sea cuál fuese es una fiesta de alegría y de Esperanza.- 

Relataban nuestras abuelas y madres: “había una vez….” y el anciano congregando a la gente relataba las fábulas que a su vez recordaba que le había contado su abuelo: “Mas allá de la nieve y de los hielos, de la noche y la oscuridad, está la Patria del Sol, que vuelve para alejar vientos y tempestades que encierra en antiguas cavernas permitiendo el florecimiento del almendro y el viejo fresno echará brotes. Y una nueva realidad existencial florecerá.”.-

El mito de la Esperanza no tiene origen, “estuvo y siempre estará allí”, en lo alto de la esfera celeste, en lo alto y profundo, es intemporal.-

 Uno se puede preguntar ¿para qué recordar celebraciones tradicionales de antaño, como los  solsticios?.- 

Aunque no  nos demos cuenta eran celebraciones religiosas (de re-ligare) por las cuales el hombre se podía contactar con las colosales reservas de la Esperanza ancestral.-Recordamos una vieja figura de un globo terráqueo sostenido en el espacio por una tortuga. Clara alegoría que la tortuga, símbolo de la Esperanza, es la fuerza que lentamente mueve al mundo hacia su destino.-  

Si nos convencemos de la trascendencia de la Esperanza creadora, convirtiéndolo en “idea”, tendrá el poder de despertar a la gente que se ponga en contacto con ella, animándola de un vital “entusiasmo” que se transforma en una  poderosa herramienta que canaliza e incrementa la energía humana que conduce a una acción positiva. Lo importante es que la “idea” no sea vaga y nebulosa, imprecisa, sino por lo contrario debe ser específica, iluminadora y trascendente para las necesidades del hombre.-  

Todos los movimientos importantes se han originado en pequeños grupos. Estos grupos “encarnaron una idea” en su pureza y sin ningún compromiso; y son la simiente de la historia, pues la mantiene viva.-

Para finalizar, estas dos virtudes energéticas: la Fe y la Esperanza están intrínsecamente ligadas a la que completa la trilogía: la Caridad. Esta no es simplemente filantropía o mezquina limosna, es Amor. Amor que anidando en los corazones de los servidores se transforma en el motor del accionar.-